En este lado del mundo en el que me encuentro,
la noticia con la que hemos empezado el día ha sido la renuncia del Papa al
Pontificado.
“(…)
Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido
por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de
san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del
cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí
de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio
que me fue encomendado.”
Haya sido esta u otra cualquiera la razón de su renuncia (porque… realmente siempre queda la duda) siento que realmente hay que tener el suficiente sentido de determinación y valentía para tomar una decisión semejante.
Dios
sabe que a pesar de mi fe, nunca he estado del todo en acuerdo con las acciones
e ideas que de vez en vez daba a conocer el Papa y los ‘lideres’ de la Iglesia
en general. Sin embargo, creo que hay decisiones que deben reconocerse, y una
de ellas es ésta. No sé si a ti, pero a mí se me ha movido algo muy adentro.
Tengo
la ligera impresión de que a más de uno ha dejado algo perturbado el
conocimiento de esto. Hace un momento me comentaban: “esto huele a que algo
malo va a pasar...”, “Quizá lo que se avecina no sea nada bueno...”.
La
Iglesia, al igual que las grandes potencias mundiales, está llena de secretos
de los que ni siquiera podemos formarnos una mínima idea. Eso todo el mundo lo
sabe; como persona plenamente desconfiada, no puedo evitar preguntarme si fue
solo la salud lo que impulso al todavía Pontífice decidir que lo mejor era
dejar el cargo que quedarse hasta “quemar el último cartucho” como decimos por
aquí.
Quizá
no haya sido la mejor decisión, quizá sí. No sé porque se me ha ocurrido pensar
en las profecías de Nostradamus, y en las historias de la venida del Anticristo
en este momento. No creo en nada de eso, pienso que si el mundo ha de
terminarse en algún momento será cuando Dios así lo quiera (si es que ya no ha
empezado a acabarse poco a poco), no importa que tantas profecías y profetas lo
hayan anunciado; así de simple.
Sin
embargo, después de 600 años desde la última dimisión de un Papa, este
acontecimiento marca un hito importante no solo en la historia de la Iglesia y
el Cristianismo, sino en la historia del Mundo. Y lo queramos o no, ahora somos
parte de ese momento; lo que causa sentimientos encontrados en muchas personas.
Seremos
testigos una segunda elección papal. Cuando seamos viejos y recordemos como
pasado lo que ahora vivimos como presente, entenderemos que fuimos afortunados
[¿o quizá desafortunados?] al vivir en un momento tan importante que quizá
nuestros hijos, nietos y bisnietos leerán en los libros; que quizá esta sea una
especie de “cambio de era” no solo para el mundo católico... ¿Para mejor? ¿Para
peor?, pero lo será… Tendremos plena certeza de esto conforme pasen los días.
Por
aquí no se habla más que de esto. Y como alguien me dijo por ahí “hace mucho
tiempo que el centro de atención no está sobre la Iglesia”. ¿Sera esto una
especie de… señal?
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