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Junco...


Soy como el más joven de los juncos del pantano de la vida, que el viento arrecia y zarandea al antojo de sus corrientes, pero, aun así, no consigue romper.

Pasan inviernos, veranos… tiempos secos y de humedad irrespirable que llena de agua los pulmones de las criaturas de su ecosistema; granizadas y fríos implacables, pero, aun así, sigue en pie, resiliente, en estos tiempos más que nunca.

Pasada la inesperada y dolorosa semana de afección insoportable, con el cuerpo débil y cansado… los brazos estragados por tanta vía intravenosa y medicinas, más aun sabiendo que me quedan todavía muchas vallas que saltar, me siento como ese junco -quizá el más enclenque de todos-, decidido a seguir resistiendo hasta convertirse en el más grande, fuerte… que el viento que arrecie no pueda quebrar.

Siempre amado por la naturaleza.