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Amor... ¿súbito?


Hace varias semanas tuve un encuentro muy agradable con una gran amiga que no veía desde las vacaciones de verano de la universidad; y entre las miles de cosas que dos amigas pueden contarse luego de lo que se consideran “años luz” de no verse, hubo algo que particularmente capto mi atención, aun hasta ahora, y es por eso que he decidido compartirlo ahora, en este segundo post del 2013.

¿Alguna vez escuchaste hablar del amor súbito?... o mejor aún, ¿quizá en algún instante de tu vida fuiste la “feliz víctima” de esta… enfermedad?
En mi intento por encontrar información, encontré unos fragmentos bastante interesantes a propósito del tema en el libro de Elizabeth Gilbert, "Comprometida".

El amor súbito
Lo malo es que todos estamos dominados por el deseo; es la marca de nuestra existencia y puede destrozar la vida propia y ajena. En el más célebre de todos los tratados sobre el deseo, El Banquete, Platón describe una famosa cena en la que el dramaturgo Aristófanes explica el origen y la importancia de los deseos latentes, que nos pueden llevar a relaciones insatisfechas, incluso destructivas.
Hace mucho tiempo, dice Aristófanes, en los cielos había dioses, en la tierra había hombre y mujeres, pero no tenían el aspecto que tenemos nosotros hoy. Cada persona tenía dos cabezas, cuatro piernas y cuatro brazos, es decir, la amalgama perfecta de dos personas fusionadas en un solo ser. Veníamos con tres variaciones de género o tres patrones sexuales distintos: modelo masculino/femenino, modelo masculino/masculino y modelo femenino/femenino, dependiendo de los gustos de cada criatura. Como todos llevábamos a la pareja perfecta entretejida en el organismo, todos éramos felices. Pues sí, una plétora de criaturas con dos cabezas y ocho miembros, absolutamente felices, que deambulaban por la tierra un poco como se deslizan los planetas por el espacio: ensimismados pero serenos. No nos faltaba nada; teníamos todas las necesidades cubiertas, nadie deseaba a nadie.
Pero éramos tan completos que caíamos en la arrogancia. Por orgullo, menospreciamos el culto de los dioses. Entonces el todopoderoso Zeus nos castigó cortando en dos a todos los seres perfectamente felices con sus dos cabezas y ocho miembros, creando un mundo de criaturas tullidas y miserables con una sola cabeza, dos brazos y dos piernas. En ese momento de amputación multitudinaria, Zeus nos impuso la más dolorosa de las condiciones humanas: esa sensación constante de que no somos completos. A partir de ese momento, todos los seres humanos nacerían con la tacha de sentirse incompletos, porque les falta la mitad perdida que aman más que a sí mismos y que está en alguna parte del universo encarnada en una persona. También naceríamos convencidos de que sólo emprendiendo una búsqueda implacable llegaríamos, quizá, a encontrar nuestra otra mitad, nuestra alma gemela. Sólo mediante la unión con la otra parte lograríamos completar nuestra forma original, dejando de sentirnos solos para siempre.
Esa es precisamente la gran fantasía del amor: que un buen día, sin que se sepa muy bien cómo, uno más uno sumarían uno.
A veces creemos haber hallado a nuestra otra mitad, pero es probable que se trate de alguien a la caza de su otra mitad, alguien convencido de haber encontrado en nosotros su propia compleción.

El amor súbito me mata
Como no nos quitamos de encima la sensación de abandono, nos pasamos la vida enamorándonos de la persona equivocada, en busca de la unión perfecta. A veces creemos haber hallado a nuestra otra mitad, pero es probable que se trate de alguien a la caza de su otra mitad, alguien convencido de haber encontrado en nosotros su propia compleción.
Así empieza el amor súbito. Y ese tipo de amor es la derivación más peligrosa del deseo. El amor súbito produce lo que los psicólogos llaman "pensamiento intruso": el célebre estado distraído que impide pensar en todo lo que no sea el objeto de la obsesión. Cuando llega ese amor primario, todo lo demás -trabajo, relaciones, responsabilidades, alimentación, sueño, obligaciones- queda en un segundo plano mientras alimentamos nuestras fantasías sobre el ser querido, a menudo reiterativas, incontroladas y omnipresentes. Este tipo de enamoramiento -o encaprichamiento- altera la química cerebral, como si te estuvieras atiborrando de opiáceos y estimulantes. Como no nos quitamos de encima la sensación de abandono, nos pasamos la vida enamorándonos de la persona equivocada, en busca de la unión perfecta. 
 El escáner de un cerebro enamorado muestra los mismos altibajos de humor que un cerebro cocainómano, algo no tan sorprendente, porque el amor primario es una adicción que produce efectos visibles en la mente.

Suena interesante, sin embargo estas explicaciones no me dejan convencida, y son similares en poco o casi nada a la definición que mi buena amiga y yo nos formamos aquella noche, en las escalinatas a los pies de la Catedral...
Según los diccionarios, la palabra súbito hace referencia a “algo” que se produce de pronto o sin preparación o aviso.
Sumándole a esto la palabra “amor”, entonces nuestra teoría tiene mucho más sentido…

Para nosotras, el amor súbito es como una especie de… ¡flechazo!. Algo que podría pasarte en cualquier momento y en cualquier circunstancia de tu vida sentimental; sin haberlo planeado y sin siquiera imaginar, quizá en un primer momento, que has sido atacado(a) por él.

“Te había visto mucho antes, sabia tu nombre, quién eras por una que otra referencia, hablamos quizá un par de veces… pero de un momento a otro, y aun cuando en mi corazón existía otra persona, sentí que te quería sin medida, sin que lo supieras y sin que yo lo entendiera, sin razón aparente; simplemente te metiste en cada uno de mis poros… y viviste en mí, en cada cosa que hacia … y al hablar contigo -estando tan cerca de ti aunque estuvieses tan lejos- podía adivinar cada uno de tus gestos, los instantes en que mis ocurrencias te robaban una sonrisa.. Y una parte de mí era como la niña feliz que sentía mariposas en el estómago al sentir esas primeras punzadas de una nueva ilusión, del amor primero… de la inocencia de solo querer verte, aunque solo fuera en medio de la noche, entre sueño y sueño de madrugada. Te quise, te quiero… y no sé por cuanto más te querré. Es algo que ni yo misma consigo explicarme”

Lo curioso es que, finalmente, ambas tuvimos que aceptar que, más de una vez, hemos sido atacadas por el “virus” del amor súbito. Puedes amar a alguien, realmente lo puedes amar, pero la faceta “salvaje” o demasiado romántica de tu razón te dice que aun así no está mal que quieras a alguien más, así sea solo para idealizar, soñar, crear en la imaginación un paraíso de fantasía con esa persona.. ese sujeto que encendió en alguna parte de tu subconsciente ese loco amor…

¿Estás de acuerdo conmigo en esto?
Mi razón -y nuestra interminable conversación- terminaron por convencernos de que puede que sea así.

Pensando en voz alta: ...el pasado que no viví


Después de mucho tiempo, y para abrir el 2013 para este espacio, mi espacio –nuestro espacio-  hoy solo pensé en hacer un post respecto a un tema libre… algo que cruzara por mi cabeza… y como siempre, y quizá después de las cosas importantes sea en lo único que piense, viene a mi memoria esta pregunta

- ¿realmente es ésta mi historia, mi espacio en el tiempo... mi lugar?-

Lima... mi Lima querida..
Cada vez que viene a mis pensamientos esa pregunta me perturbo, a veces pienso que yo simplemente nací en la época equivocada, mi lugar debió haber estado en otro tiempo… en el siglo XVII o XVIII aquí en mi ciudad… o en los tiempos de las grandes hazañas; del amor noble, cortés y caballeresco provenzal del siglo XI en Francia, Italia, o quizá el siglo XIV en algún otro lugar del mundo.
Cada vez que mis pasos me llevan a recorrer mi querida Lima, y veo los balcones, las casonas, las iglesias… con un aire tan de antaño que se siente casi físico, luchando por no ahogarse en un espacio que el tiempo ha ido reduciendo conforme se hacía gigante la ola de la urbanidad, la gente muchas veces grosera, apurada y ensimismada en sus propias burbujas, me invade la nostalgia y mi corazón anhela un pasado que simplemente no viví… porque es así, no lo viví… o al menos no en esta vida. 
El mundo es tan vasto y la historia se respira por todos lados! A veces no puedo comprender como es que la gente puede pasar indiferente ante la belleza decadente de la ciudad… cada detalle en los incontables recovecos de una columna de las portadas de una iglesia, por ejemplo, guarda una historia, todo esconde una historia ansiosa por contar. 
A ti que me lees en este momento, y quizá compartas este sentimiento, te invito a que lo sientas ahora mas que nunca, que ames cada rincón por más pequeño e insignificante que parezca dentro de la gran cuidad… y si es que acaso estas pensando “la creadora de este blog ha enloquecido” ... Pues bien “¡divina locura!”. Sería muy feliz si con estas líneas pudiera contagiarte aunque sea un poquito de ella… y tomes la determinación de aventurarte por tus calles a observar y reencontrarte con el pasado… más allá de cuantas personas apuradas, centros comerciales, y gigantes edificios geométricamente perfectos opaquen la vista.
Al fin y al cabo somos lo que somos por la historia, de la cual también algún día seremos parte, y hasta quizá seamos motivo de estudio, de intento de comprensión por parte de nuestros compañeros del futuro...  

“¿Seremos lectura algún día?.. ¿Seremos pasado?.. ¿Seremos lo que paso?”

Te invito a reflexionar acerca de esto, y por qué no, a que lo compartas con nosotros :)





Feliz inicio de año querido lector, lectora... a ti que me lees en cada rincón del mundo.