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Almas afines


Todavía sueño contigo. 

En el lienzo de mi imaginación, representamos la misma escena que en nuestro génesis -la mañana luminosa de viento helado y montañas majestuosas que paliaban mi tristeza- aunque ya no exista angustia, dolor o decepción.

Con aquel piso con ventanas tipo balcón. Tú y yo detrás de esa cortina, entre las luces cálidas de una noche tibia, acurrucados en un sillón mullido. Todavía me imagino con la cabeza recostada sobre tus piernas mientras me acaricias el cabello, aunque en mis ojos ya no asomen lágrimas; en mi corazón no existan dolores, ni tormenta en el centro de mi pecho. 

En el centro de mi pecho solo existe un corazón vivo, palpitante de gozo por saber que, por fin, tiene una vida compartida con el hombre de sus sueños, su alma afín. 

Tú eres mi alma afín. 

Aquel con quien me veo caminando hasta el último rincón de la Tierra. 

Aquel que ama lo que amo, que puede ver la belleza con los mismos ojos que yo. Aquel con quien no temo desnudar mi alma, mostrársela en carne viva, en todo el esplendor de su furiosa pasión. 

Aquel con quien puedo ser yo… impulsiva y soñadora. 

Completamente yo.