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Soy el mar


Querido Max, 

En este momento escucho Fotografía, de Juanes y Nelly Furtado. ¿Conoces la canción? A lo mejor sí, o tal vez no. Seguramente si la escucharas vendría a tu memoria algún recuerdo de tu primera juventud, algún recuerdo dulce del que yo no formo parte. 

He sentido la necesidad de escribir, dedicarte algunas líneas y así contarte un poco de lo que ha sido mi vida en los últimos meses, desde la última vez que escribí.

Siguen pasando cosas, muchas de las que seguramente te sorprenderías. Últimamente, le he dado muchas vueltas a la idea de mi nueva condición, a cómo me siento desde mi no tan lejana intervención. No creo estar incompleta pero, no puedo dejar de preguntarme si, algún día, cuando hable de esto las personas dejarán de mirarme con ese rastro inequívoco de compasión en los ojos. He entendido que no necesito dar explicaciones, que hacerlo no cambia ni suma nada, pero no termino de domar esa pequeña rebeldía que me escuece de a ratos el corazón. No duele tanto, aunque de tanto en tanto sí que molesta para respirar.

Al fin me siento mucho mejor, más libre y resuelta. Aunque el dolor no haya abandonado del todo mi cuerpo ya no me pesa vivir. En resumen, todo fue bueno. Liberada y sin culpas, me siento capaz de convertirme en esa mujer salvaje y poderosa que siempre quise ser.

¡Quiero vivir!

Alguna vez pensé que mi tristeza era como una acequia ancestral… o aún mejor, como un río cegado por el paso del tiempo, quieto y escondido de los ojos humanos, con días de desborde estrepitoso y que, pasada la tormenta vuelve a su origen, a su rincón inhóspito en el centro mis entrañas. Ahora que he sorteado exitosamente los espinos y las grietas del camino me he transformado en un mar donde puede diluirse mi tristeza. 

¡Soy como el mar!... un mar costas calurosas y vientos tropicales. Mi alma baila al son de los rugidos de sus olas, de su espuma embravecida; envuelta en los dorados, malvas y corales de un atardecer que es el marco para un oscurecer brillante de posibilidades infinitas como las estrellas que santifican esta noche lunar. Mi ser entero suspira por esa libertad que, ahora sí, parece alcanzable… que casi puedo tocar con la punta de los dedos. ¡Oh, Max! Como quisiera que estuvieras a mi lado, tomaras mi mano y bailaras conmigo al compás de esta atmósfera revitalizante, de fragante cielo inmaculado. Como quisiera que tus ojos profundos se pasearan por mis líneas teñidas de esperanza… Ojalá la fuerza de mi deseo pudiera sortear la frontera que nos separa, que vuelve tan marcada la diferencia entre tu mundo y el mío, tus aspiraciones y mis anhelos más inconfesables… ¿Qué podría detenerme entonces?

Estás siempre en mi corazón y mi oración, aunque mis labios hayan perdido el hábito de pronunciar tu nombre.