Buscar en este blog

Retrato


Un día cualquiera, caminando por las calles de mi vida pasada; unas luces cálidas, provenientes de la estancia de una casa con estanterías repletas de libros en una habitación esquinera, captó mi atención. 

Ahí, sentado en un sillón, leyendo un libro, como el reflejo exacto del cuadro que, por tanto tiempo llevaba pintando en mi imaginación, estabas tú... ¿eras realidad o espejismo de mi cuerpo aletargado por la noche fría y las flores de cerezo?

No supe qué responderme, porque me costaba pensar en ti, en la figura exaltada por la fuerza de mi pluma y mi imaginación, como un ser terrenal. Una existencia de huesos, músculos, piel… oxígeno y corazón. A veces me cuesta creer que tú, alma luminosa arrimada en los rincones más apartados de mi corazón,vives y respiras en la misma realidad en la que habito, esa que a veces se me torna tan asfixiante, tan cruel. 

Pero, , ¡eras tú!. No había duda. No eras un espejismo de mi imaginación… estoy segura. 

Oh Max, Max, mi querido Max... ¡Tienes una biblioteca preciosa!

Y ahora, puedo pintarte sobre un fondo de verdad en el lienzo coloreado de mis retinas… no eres más una simple idealización.


Eres exactamente así… todo razón e inspiración. Como siempre te soñé.