Buscar en este blog

Leer, sobrevivir.

Leer, leer, leer, vivir la vida que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvidada, las cosas que pasaron.

Leer, leer, leer; ¿seré lectura mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura, seré lo que pasó?

Miguel de Unamuno
 

Los momentos en que más felicidad experimenta mi alma es cuando puedo leer. 
Cuando puedo sumergirme en la historia de otros tiempos, 
de otras realidades diferentes a las que vivo a diario.
Cuando puedo dejar de ser yo y adoptar otro papel, 
cuando puedo convertirme en mi heroína favorita y hacer de mis héroes 
el anhelo de mi corazón.

Cuando puedo soñar y a fuerza de suspiros 
sentir que todo encontrará solución. 
Cuando puedo creer en la esperanza de un mundo más feliz y más limpio. 

Un mundo donde no hay enfermedad ni dolor. 
Un mundo sin preocupación, 
un mundo en el que las lágrimas aguardan la promesa de un futuro mejor. 
Un final feliz.

Soy feliz en los instantes que a hurtadillas 
le sustraigo al tiempo entre jornadas. 
En los que el milagro de un libro entre mis manos
 le da consuelo a mi preocupación. 
Y puedo olvidarme —por fin, por un breve momento— de quien soy.  








2013-2015: 3 años, 5 poemas, un solo Yo



Es interesante encontrar cosas que escribiste en tiempos pasados.
Es como leer a otra persona, aun sabiendo que te estás leyendo a ti mismo. A alguien quien fuiste y dejaste de ser... como mirar hacia atrás y tener la certeza de que —aunque con nuevos obstáculos que enfrentar— conseguiste reinventarte, superar etapas y seguir caminando.
Ver que cambiaste, y que ese cambio te hace sentir bien.

Yo cambié.
¿Cambiaste tú también?

=)
-------------------------------------------------------------



10/04/2015

¿Qué se necesita para ser feliz?
Se necesita un libro y un café. 
Una tarde lluviosa, 
Una mano que estrechar,
Un corazón para amar.

¿Qué necesitas para ser feliz? 
Un mensaje inesperado al empezar la mañana.
Un abrazo al salir a trabajar. 
Un motivo para andar cada día en la ciudad. 
Una esperanza, un día a día. 
Una meta en la vida. 
Una vida. 
La certeza de la vida.

Tú.
Yo.
Nosotros.
Ellos. 
Todos.
Todo.

Porque todos somos el mundo, 
Y tú anhelas el mundo. 
Y así serías feliz.
Y ya no te haría falta nada más.



13/03/2015

No soy una persona de pasiones políticas, pero sueño con cambiar el mundo.




20/03/2014

Algún día el sol se asomará, 
—brillante—
para imperar en el cielo de nuestras vidas, y no se ocultara jamás; 
y si se oculta, 
nos regalará el espectáculo de un atardecer lleno de sonrisas, 
y rosados ensueños para el mañana
y tendremos una noche oscura de mágica luna… 
y cielo incrustado de estrellas. 

Algún día nuestras lágrimas, 
que hoy exhalan dolor, 
angustia… 
faltas, 
desesperación, 
impotencia, 
impaciencia… 
se trocarán en lágrimas de placer. 
Y las huellas en nuestras mejillas serán borradas por besos, 
los muchos besos que siempre quiero prodigarte, 
aunque el tiempo, la distancia y los giros de la vida 
me hacen guardar en mi baúl.
Llegará el día, 
—amor mío— 
en que pueda dejar tu calor eternizado en mi pecho, 
fundirte en mis brazos en un abrazo... 
en que pueda pertenecerte a plena luz
y pueda gritar al mundo mi amor en versos, 
prosas,
letras y canciones...
a voz en grito. 

Llegará el día, 
—algún día— 
en que miraremos hacia atrás, 
tomados de la mano 
y podremos sonreír por el tiempo pasado, 
por el camino pedregoso caminado, 
por el dolor superado,
por la vida vivida y compartida, 
entre rosas y espinas, 
por el amor conquistado.




04/04/2013

Otro tú

Yo amaba la versión dulce de ti, 
Aquella que despertaba tu adoración 
Por aquella niña de corazón roto, 
—manos de trapo—
ojos de cristal acuoso.
Aquella que no necesitaba entender para amarte,
Que no necesitabas amar para entender.

Yo amaba tu corazón inocente, 
—soñador—
Aquel que me hablaba de un mundo todo dulce.
De crema y vainilla, 
de flores perfumadas.
Al príncipe causante de mi insomnio bendito
Aquel que santificaba mi cansancio
Y volvía las ojeras mi trofeo de guerra. 

Yo amaba tus ojos grandes, 
—marrones—
Abiertos de par en par tras esas gafas de carey.
Embelesados en mí.

Yo amaba tu piel pálida, 
tu cuerpo espigado, 
Tus dedos delgados.

Yo amaba tus labios tibios, 
Tu cabello oscuro, 
El murmullo de tu voz. 

Yo amé una versión a medias de ti.
Y lo que ahora conozco arde en mis entrañas,
—Excita mi vientre—
Me roba el embeleso del dulce sueño
Y me sumerge en una pesadilla de placer desconocido,
De éxtasis y miedo, 
De ganas de más. 

Existencia dividida:
Mi alma grita en su prisión de ternura,
Mi cuerpo baila al son de esta extraña pasión.

Yo amaba la versión dulce de ti,
lo demás fue solo fantasía.




01/04/2013

Decirte adiós

Me gustaría escribir una historia de nosotros dos.
Una historia en la que pueda contar al mundo el modo inesperado, 
dulce y extraño en el que llegaste a mi vida. 
En cómo te fui queriendo…
poco a poco— 
en cada frase,
 cada conversación,
 entre horas y horas de trabajo,
días de la semana… 
fines de semana. 
En como calaste en mi piel, 
en cómo te quedaste ahí. 

Quizá y ese sea el paso que me falta para poderte soltar. 
Para que esa parte de mi corazón que aún se aferra a ti
 pueda descansar por fin, 
para poder entender
que ya no estás,
 que difícilmente estarás… 
así el hilo no termine de romperse del todo. 

Para aceptar finalmente que nuestros caminos se separaron ya hace mucho, 
y que no habrá un segundo sendero
por el que se bifurquen de nuevo, 
ya no; 
se ha terminado.
 Quizá y por eso deba escribir la historia de nosotros dos. 

Para que el mundo sepa que no existió un amor más corto y más grande que el nuestro, 
que no existirá un amor más confuso y eterno que el mío.
 Para que el mundo sepa que una parte de ti se quedó conmigo, 
y ha de quedarse para siempre.
 Para que mi alma pueda descansar en paz, 
hacer una pausa en su extenuante recorrido, 
sentada al borde el camino... 
y ver a las personas pasar,
 al amor pasar… 
a la vida pasar. 

Y comprender quee una de todas esas personas
puedes ser tú. 
Continuando…
andando,
caminando. 
Creciendo para siempre. 




27/02/2013

Si tuviera valor suficiente
Me atrevería a decirte 
que tengo tantas ganas de ti:
Que me muero por sucumbir a tus promesas eróticas,
Al contacto de tu piel, 
al sabor de tus labios, 
a tu olor narcotizante. 

Si tuviese valor suficiente, 
Me atrevería a pedirte que recuperes para mí 
—los primeros quince días—
el dulce sabor de la gloria entre mis labios,
las noches en vela, 
las frases encendidas, 
Ese lado tuyo que, 
a susurros
 entretejió una red invisible que acabó
 uniéndome a ti.

Si tuviera valor suficiente, 
Me atrevería a admitir que te extraño
Que te he extrañado con ímpetu creciente 
desde aquella vez.
—De las primeras veces— 
Cuando eras solo ternura.
Cuando solo tenías miradas extasiadas, 
caricias suaves, 
promesas de seda…

Extraño la breve sensación de seguridad 
que me dio 
la certeza de tenerte,
—Que me tenías—
Que te entregabas con placer en mis manos, 
y que puse mi corazón 
en tus manos.

Si tuviera valor suficiente, 
Me atrevería a decirte que puedes ser todo eso
 sin dejar de ser tú.
Que puedes darte en cuerpo y alma
sin entregar tu corazón.
Que podemos tenernos 
sin pertenecernos.

Si tuviera valor suficiente, 
Me atrevería a darle nombre a
 este sentimiento extraño,
Aunque estemos destinados desde siempre a no ser.

Me atrevería a decirte que te amé, 
—que te he amado—
En poco tiempo, 
en tan corto tiempo. 



Sed de libertad



Como las flores a la llegada del otoño,
 o un cadáver recientemente despojado,
mi alma se está secando. 

Me estoy muriendo entre días de oficina, 
semanas de rutina. 
La vida repitiéndose una y otra vez. 
Minutos, horas, días, semanas.
Todo exactamente igual que ayer, hoy y mañana. 

Despertar a las seis, 
Excusado de las seis y quince
Salida al trabajo de las seis y treinta
La infusión de las ocho. 
La radio y las mismas canciones
—incluso en la misma hora de ayer,
 mañana y pasado mañana—
La comida de la una
La infusión de media tarde
La salida de las seis
El regreso de las diez
Las noticias de las once
La vida repitiéndose igual que ayer y anteayer, 
una y otra vez. 

Me estoy secando. La vida se me está apagando. 

El mundo avanza, despliega ante mis ojos sus matices,
—gama infinita de colores y sabores—
Y yo aquí, desangrándome, contemplándolo sin ser parte,
sentada en la misma silla de tortura de las tres.
Cuatro, cinco, seis. 
Mañana, tarde, media tarde, noche. 

El alma se me está muriendo. 

Quiero gritar, pero se ahoga mi voz. 
Quiero huir, 
pero la responsabilidad me atora de piedras las venas, 
Convierte mis pies en plomo, 
me retiene en el mismo lugar. 

La razón abofetea mil veces mi rostro,
me zarandea por los hombros,  
me insta a aceptar la realidad. 
Y todo soporto. 
Obligo a mis demonios a callar.
Aguantar en silencio el precio de nuestro secreto. 


Sí… Tenemos un secreto. 
Mi razón no lo sabe… pero hace mucho que mi alma escapó de su yugo. 
Está irremisiblemente lejos, muy lejos, alentada por mi corazón
—único cómplice de mi dolor—.
Ha emprendido la partida de la silla ergonómica, los deberes y la oficina.

Me hizo libre.

Volando en otros cielos, 
encontró su lugar en el mundo. 
Está saciando su sed de libertad. 




Azul

Más que el azul de la mañana, 
quiero el azul de tus ojos lo primero que me encuentre al despertar. 
Aliciente y compañía de mis primeras horas

Quiero el azul de tus ojos para mi agobio de media tarde,
cuando la realidad me hunde los hombros. 
y cuento las horas para tachar un día menos 
del calendario infinito de mis penas.

Quiero el azul de tus ojos en el principio de la noche. 
Mi último recuerdo antes de dormir. 
El norte que guíe la travesía de mis pupilas cerradas. 
Oasis de descanso abierto entre mi cansancio 
y el abismo donde se pierden mis sueños.

Quiero el azul de tus ojos grabado en los míos 
por si no puedo abrirlos a la claridad de un día más. 
Eternizado en mi pensamiento hasta el final de mis días

Inspiración insospechada. 
Esperanza perpetua.
Medicina para mis heridas abiertas.
Principio y final. 

Eternidad. 



26/07

Querido mío:


Jamás como en los últimos días he deseado que cruces el muro invisible del perímetro de mi fantasía y habites en mi realidad para estrecharme fuerte, muy fuerte... y me dijeras que no tengo por qué preocuparme. 
Que estoy a salvo, que no importa cuántas puertas me sean esquivas, finalmente todo estará bien.

El momento está cada vez más cerca y yo me siento como en un limbo de desilusión, un mar de sabores agridulces. Una montaña rusa que sube y baja de forma tan violenta, que me llena de adrenalina en un minuto y al siguiente me sumerge en la más aterradora aflicción. Me posee en el deseo de reír a carcajadas y después el de llorar a gritos. 
Sacar de cualquier modo la angustia que me atormenta sin medida.

Estoy tan cansada… y muy asustada.

Dentro de poco dejarás de ser solo mío para convertirte —quizá— en el sueño de alguien más —muchos más—. Vas a dejar de ser exclusividad de mi universo oscuro para salir al mundo; e inevitablemente, contigo, saldrá también una parte de mí (porque tú eres una parte de mí). Y ¿sabes? no estoy segura de que me agrade esa nueva posición. El sentir mi alma desnuda ante más de un desconocido.

Meses atrás, con la eufórica ilusión de ver una meta cumplida (cuando esto todavía me parecía una buena idea) no creí que me sentiría así. Pensé que sería maravilloso sacarte a la luz, que merecías vivir en la cabeza de alguien menos atormentado que este humano cuyo corazón te pertenece para siempre; pero ahora (aunque sea muy tarde para echarse para atrás) ya no estoy tan segura… solo quiero cerrar mis ojos, abrirlos cuando haya llegado el día tan temido y terminar con esto de una vez para volver a respirar con calma, y sentir que puedo guardarte en la soledad de mis pensamientos una vez más.

Mi querido personaje… el día está muy cerca. Y deseo que todo vaya bien pero, sobre todo, que terminada la jornada —y toda su locura— siga encontrando en ti un refugio en el que pueda descansar. 
La manera más eficaz de escapar de mi realidad.


Incondicionalmente tuya,
Tu creadora.
(algo más agobiada que la última vez)



  

27 de invierno

Una sensación extraña: 

Es como si cada persona que fue parte de mi mundo alguna vez 
y  que hoy parte de este mundo al más allá
 se llevara consigo un pedazo de mí. 

Como si con cada vida que se acaba 
conjunto de ojos, bocas y oídos que me vieron, escucharon y pronunciaron mi nombre y ya no podrán más ver, oír o pronunciar— 
se acabara también una parte de la persona que fui.

Como si me estuvieran descascarando 
purificando— 
de pasado.

Y se fueran haciendo más distantes los recuerdos que aferraba entre mis manos, 
alimentando mi nostalgia, y que ahora, sin dolor, 
aunque con una innegable sensación de que estoy siendo despojada de algo muy preciado, 
voy dejando marchar. 
—cual gotas de agua chorreando entre mis puños cerrados— 
como se marchan a la muerte las personas que conocí.

Como alas de mariposa fundiéndose con los girones invisibles del viento 
entre meses, días y años
 vuelan con sus vidas, para siempre, los lamparones de ese alguien que yo fui.
  

Y la sensación de paz crece, crece… 
y me doy cuenta de que es extraña la manera de purificar que tiene la muerte. 

¿Algún día también mi muerte tendrá el poder de purificar 
como ellos ahora conmigo
la existencia de alguien más? 




Expectación: Anhelo de escritora



Quiero escribir a tiempo completo. 
Hacer mis propios libros, vivir y soñar con mis creaciones. 
No he nacido para trabajar para otros,
para la rutina del día a día,
para la monotonía de una oficina. 

Quiero escribir y que la vida que anhelo se vuelva realidad.
Retroceder en el tiempo y encontrarme con un caballero como el de los libros que he leído. 
Quiero un mundo en el que sea mas fácil volver a lo primario sin sentirte juzgado. 

Quiero la simplicidad de un día de libros, té, montar a caballo...
Quiero la expectación por la llegada del baile y llorar de la emoción,
desbordarme hasta las lágrimas al primer compás de un vals.

Quiero una vida sin preocupación,
sin las aplastantes responsabilidades que a veces me cuesta cargar.
Una vida sin dolor. 
Y uno de esos amores que te consumen toda, de todas las formas. 

Quiero algo distinto de lo que ya he vivido.
Quiero todo y nada a la vez.

Pero sobre todo lo anterior... 
deseo ─más que nada en este mundo─ 
la imperecedera paz del corazón. 










Yo merezco...





Merezco algo más que las pesadillas nocturnas y la angustia por la incertidumbre del mañana.  
Más que esquelas de trabajo y compañía vacía, sonrisas formales y conversación trivial. 

Menos artificios, más cordialidad.


Merezco en retribución la misma cantidad de amor que doy. 
La misma cuota de tolerancia y compresión, respeto y tranquilidad; 
ni más ni menos. 

Merezco ser reconfortada en mi dolor cuando las sombras del miedo me oscurecen el alma. 
Más que soledad en el instante en que se presentan —amenazantes— los demonios en mi puerta, 
con miras a despedazarme la carne y la seguridad. 


Merezco ser amada sin medida —como lo eran en el pasado las damas de los caballeros—.  
Con pasión, coraje y orgullo. Más aun cuando menos lo merezca. 
Merezco un amor valiente y completo; 
de los que ocupan el cuerpo, la mente y el corazón. 


Merezco encontrar el equilibrio aunque el mundo esté lleno de imperfección. 
Actuar en concordancia con lo que siento y me dará tranquilidad; 
independientemente de lo que usted o el mundo piense o crea acerca de mí. 

Hacer lo que amo, vivir de lo que amo. 
No permitirle al deber tomar posesión de mi deseo.  
Merezco ocupar mi lugar en el mundo. 

Valorarme y ser valorada por aquel que tenga el coraje de hurgarme el corazón. 
Recoger los frutos de mi esfuerzo —regados a sangre y lágrimas a lo largo de los años—. 
  
Merezco ser feliz. 

Post-operatorio



Entre días de hospital y anestesia,
de sondas y analgésicos cada tres horas;
te he perdido, corazón.


Te he perdido por alguno de los laberintos de mi consciencia 
y no consigo dar con el camino de regreso. 

Pero te necesito.

Mis letras y yo te añoramos con desesperación.
Para ser salvadas de éstos días llenos de dolor postoperatorio y terrores por las noches.
De angustia e inutilidad.  
De días de confinamiento en mi inmovilidad temporal. 
Atrapada en un cuerpo que no siento mío.

Deshumanizada. 

Te necesito para soportar la prisión de mis dolores. 
Para sentir que, sino a mi cuerpo, puedes darle a mi alma libertad.

Del adormecimiento lumbar y sofocante calor, 
De las -malditas- almohadas mullidas.
De los baños asistidos y mareos continuos.
Del cansancio emocional y el orgullo oxidado. 
De la cama al sillón y del sillón a la cama. 

Necesito tenerte cerca de mí para sentirme yo otra vez. 
Para volver a ser ése mortal feliz en que me convertí desde que te conocí. 
Para ser lo que soy porque tengo consciencia de tu existencia. 

Vuelve a mí. 

Toma posesión de mi ser otra vez. 
Apodérate de mis letras, de mi cuerpo y de mi alma… toda yo.
Para sobrellevar el dolor que sigo soportando.

Regresa, por lo que más quieras,  

Sin ti soy un cascarón vacío,
una sombra sin alma, 
un fruto sin semilla. 
Un cuerpo sin corazón. 

Regresa, corazón. 


Pasar página: el final de la historia pospuesta



Llevo sabiendo que éste espacio se ha independizado del recuerdo de la persona que lo provocó desde hace mucho tiempo.

Aquel dicho que reza "el que se va sin que lo boten regresa sin que lo llamen” de un momento a otro tomó protagonismo en mi vida. Sí. Después de cuatro años, en el momento menos esperado, el destinatario todas las nostalgias y cartas sin enviar que escribiera en los inicios de éste blog de repente apareció.

Al principio se me dio por preguntarme el por qué; a qué vino después de tanto tiempo. Pasados unos días de conversación casi ininterrumpida vía mensajes de texto comencé a entenderlo.

Tal como había supuesto, la trágica historia de aquel ser perfecto y maravilloso que yo había idealizado, idolatrado y llevado hasta el cielo por muchos años no existió nunca. Lo que había debajo de toda esa costra perfecta que yo inventé era solo la piel de un hombre igual o peor a la de muchos que he visto pasar día a día. Egocentrista (en el sentido en que estaba totalmente convencido de que sus problemas eran el centro y la tormenta de todos los males del mundo), inseguro y temeroso de vivir y arriesgar en pro de algo mejor; estancado, conformista y con el deseo de superación convertido en una teoría que no terminaba de decidir, a sus 35 años, llevar a la práctica. Alguien que se quedó en el pasado de los 15 años de una muchachita que conoció una tarde de Confirmación: que no sabía nada de la vida, que se conformaba con el sólo hecho de que le hablara, así sus conversaciones fueran una cantidad ininterrumpida de “piedras” y superficialidades para esquivar los temas importantes.

Pese a que lo intenté con todas mis fuerzas, que traté de recuperar aunque sea un pequeño trozo de lo que en su momento consideré una gran amistad, no me terminaba de acostumbrar a éste nuevo él que había descubierto (ya sin la venda de adoración que solía cubrirme los ojos desde que lo conocí).
Yo había crecido pero él estaba estancado.

Con profunda tristeza entendí que era eso lo que hacía tan marcadas nuestras diferencias; que iba a ser la razón, lo quisiéramos o no, por la que nuestra recuperada “amistad” no duraría por mucho tiempo. Ésta era una consecuencia natural e inevitable (como la gravedad que hace caer los objetos o la fuerza de la corriente que rige el curso de un río): iba a desaparecer por segunda vez, y quizá para siempre.

Y se fue.

Y no me dolió.

Sólo entonces descubrí el motivo escondido por el que el destino lo había traído a mí de nuevo: para dejarme una enseñanza de vida. Para obligarme a pasar página sin remordimiento o sentimiento de culpa. Para hacerme comprobar (una vez más) que a partir de que se toma la decisión de hacer de la vida algo más que un bulto de preocupaciones y tristezas, todo fluye para bien y como jugando, continúa poniendo cada cosa en su lugar sin necesidad de presionar. Sólo basta relajarse y dejar que sigan su curso natural las situaciones que no podemos solucionar.

Vivir. Pero vivir bien.
Y renacer para crecer.


Espero con todo el corazón que él aprenda esa lección.
En nombre del gran cariño que alguna vez le guardé, deseo que encuentre el camino de la misma manera en que yo lo encontré.




(*Ésta es una justa catarsis personal que merecía ser escrita en éste espacio, en pos de dar un definitivo punto final a la historia que, por mucho tiempo, fue el principio de la madeja que le dio vida y permaneció en puntos suspensivos en espera de su feliz final)
=)



Cuando los sentimientos superan las palabras...



Si mi habilidad con el pincel fluyera tan fácil como las palabras en mis labios, entonces me sería más sencillo explicar los sentimientos que por momentos rebasan mi corazón, superan a mis letras y terminan pareciendo insuficientes para desahogar mi alma en su totalidad.

Como no tengo el don del dibujo para consolar mi inspiración, dejaré a las palabras hacer su trabajo ésta vez...


******



Tú, razón de mi delirio, objeto de mis tormentos... ¡ven y sálvame!
Rescátame de ésta realidad insípida o arráncame el corazón.

(Total… mi corazón es tuyo)

Llévame contigo que estoy irrevocablemente arruinada para el mundo real. 
Llévame a la utopía del universo en el que habitas, 
aquel paraíso compartido concebido en mi imaginación,
creado con pasión, 
grabado a sangre y fuego en mi corazón.

Parte de mi alma, 
dime como he de encontrarte en la confusión de cada día.
Encarna en la Tierra, 
vuélvete de carne y hueso y crúzate en mi camino.
Deja de ser una sombra más en los laberintos de mi vida.


Conviértete en la fuente real de mi felicidad.