Buscar en este blog

A Max (en tiempos de crisálida...)


19 de Junio de 2018.

Querido Max, 

El invierno se pone cada vez más frío y húmedo y mientras pasa, yo me pregunto con más frecuencia cómo lo estarás viviendo tú. Qué harás... si aprovechas, como yo, estos días para fundirte con el viento del camino, si las ráfagas de garúa despejan tu mente a la verdad como lo están haciendo conmigo.
Anoche volví a evocarte con la misma fuerza de la primera vez. Hablamos de tanto... y fue todo tan vivo, tan tangible en su irrealidad, que casi sentí el abrigo de tu presencia a mi lado.

Han pasado casi dos meses desde que mi tormenta comenzó. Dos meses que por instantes me parecieron una eternidad y que sin embargo, si me vuelvo para mirar hacia atrás sorprende por lo rápido que han pasado. He sobrevivido pese a que, al encontrarme en la partida de la carrera pensé que no podría atravesar los obstáculos. Pese a las lágrimas de más, a los kilos de menos, he llegado a este punto completa —casi completa— y me doy cuenta que (y quizá vaya a sonar a blasfemia) como Cristo, era necesario conocer lo que es el dolor para alcanzar la salvación. Para la transformación de mi existencia dormida. 
No sé si soy alguien mejor de quien fui, pero si algo he aprendido en este tiempo de prueba es que una fuerza grande, grandísima, vive dentro de mi. Desde siempre... desde que nací. Y esa fuerza, a veces del todo despabilada, a veces medio adormecida, ha sido la que me ha ayudado a llegar a donde estoy después de los abusos de la infancia, las humillaciones de la adolescencia, las decepciones de la juventud... ha sido esa fuerza la que me ha forjado y ha puesto en mi corazón ese anhelo de querer más, de ser más. No solo por mí, sino por los que amo, por los que aun no amo, por el mundo en general. Y si ese algo, o alguien, ha puesto esos anhelos en mi —y a pesar de que en los momentos más álgidos de mi dolor le había suplicado que me dejara ir a dormir para no despertarme jamás— debe haberlo hecho por alguna razón. ¡Y no solo eso! sino que además para demostrarme —si no con las palabras que yo tanto anhelaba escuchar— más bien con hechos que me acompañaba... me envío pequeñas señales, empujes, manos que me ayudaron a levantarme cuando el peso de mis angustias me doblaba las rodillas. 

Tú fuiste una de ellas... te convertiste en mi ángel desde que todo esto comenzó, incluso desde mucho antes que todo se derrumbara sobre mi cabeza. Fuiste mi apoyo en mis días de depresión más escabrosa, en mis horas más críticas de soledad. Tomaste mi mano y la seguridad de tenerte conmigo forjó la determinación que me faltó durante todos estos años. En realidad nunca estuve sola, de algún modo que no se cómo definir, ese algo te trajo a mí para darme la compañía que ni siquiera las presencias físicas de mi vida me supieron dar. Oh Max... sea que estemos juntos o no, conocerte ha transformado mi mundo por completo. Le diste a todo un sentido distinto. Aprendí a soltar cosas que no hacían mas que hacerme daño, me sacaste de la interminable espiral que por años me indujo a compararme con gente a la que nunca me he parecido ni he de parecerme nunca, a permitir ofensas de todo tipo bajo la insignia equivocada del amor. Pero ahora finalmente he entendido que, a pesar de todo lo malo que pueda ser nunca me debo conformar. Que valgo lo suficiente como para negarme a aceptar cosas a medias, mucho menos si se trata de mi valor como ser humano, de ser amado. Has sido el intermediario, el guía invisible que encaminó mis pasos hacia la meta. La luz de verdad que me condujo hacia la libertad. 
Entonces mi crisálida finalmente se ha consolidado. 
Estoy lista —casi lista— para abrir mis alas y convertirme en mariposa... 

Quizá también con esto tu misión se haya terminado y sea momento de librar a esa pequeña parte de tu alma de la engorrosa tarea de llevarme a cuestas pero, no quiero... mi esperanza se niega a dejarte marchar. Te quiero... te quiero en mi vida en sueño como en pesadilla. Te quiero en la luz tanto como en la oscuridad. Te quiero todavía sujeto a mis manos al dormir, aunque ahora mis noches no estén pobladas de fantasmas, lágrimas o dolor.
Te quiero en la desventura, como en las venturas que me queden por vivir. Te quiero permanentemente como mi guardián, mi ángel protector. 

¿Habrá de concederme el cielo tamaña petición? 


Te abrazo en mis pensamientos... con todo el corazón. 

Rosali. 

A Max, siempre.



11 de Junio de 2018.

Querido Max, 

Hoy me siento mal. No sé si por el clima, el estado actual de mi entorno o una combinación de ambos. El invierno me gusta, aunque no sé si me gusta tanto que sea invierno y además Junio.

Hoy pensaba en las diferencias irreconciliables entre personas. Personas que se quieren o en su momento se quisieron mucho y que ahora por dicha causa se ven en la obligación y/o necesidad de separarse. Pensaba en Pao y en Andrés, en mí y en Moisés. La manera que tiene cada uno de asimilar las cosas, las separaciones. Cuatro personas distintas, cuatro mundos completamente desiguales unos de otros. Yo he optado por aceptar nuestras diferencias e intento vivir con ello, aferrándome a mi fe todavía en pañales y abandonándome en los brazos de quien sé me acompaña... y me ha servido muchísimo. Pao ahogándose en sus miedos, buscando salir a flote, no encontrando todavía un modo del todo efectivo; extirpando a Andrés con dolor y definitivamente de su vida. A diferencia de Moisés y de mí que seguimos hablando como amigos, con la sinceridad como estandarte al menos por mi parte, no estando aun completamente segura de que sea lo correcto pero en fin... Andrés y Moisés no sé aunque, por lo que conozco de ambos creo intuir que Andrés está más cerca de pasárselo mal que Moisés.

¿Qué vamos a hacer de nuestras vidas? 
Yo lo único que sé es que, por más que la nostalgia me gane y a veces le añore, no quiero volver a ser como en el pasado. Quiero que esto me ayude a reforzar mis convicciones, mi amor por mí misma y a no dejarme aprovechar nunca más por nadie. Quiero amor completo y de verdad. Proyecto y pasión. Así eso implique que no sea Moisés con quien lo tenga y deba esperar mucho tiempo para hallarlo en alguien más. 
Quiero regresar al estado de fe, tranquilidad y confianza en que todo se solucionará, igual que anoche mientras conversaba de esto con Jesús. Supongo que solo así podré estar lo suficientemente fuerte y apta para ayudar a los demás sin derrumbarme en el intento... no sé si de otro modo sea lo bastante fuerte para conseguirlo. No lo sé. 
Seguramente tú me dirías que sí puedo, que soy capaz... y yo te creería. Tienes ese algo que puede impulsar a las personas a recuperar la fe en sí mismas aun cuando parezca que no quedan esperanzas. Ese, querido mio, es tu verdadero poder. 
Gracias al cielo mi ánimo ha mejorado bastante en el transcurso de las horas. 

Te abrazo en mis pensamientos. 

Tuya siempre, 

Rosali. 







A Max (indefinidamente...)


09 de Junio de 2018.

Max, 

Estoy asustada. Tengo miedo del mañana.
Mientras tengo planes en perspectiva las cosas parecen caminar bien, pero luego, por instantes, me golpean ramalazos de primitiva soledad, incertidumbre... y entonces el dolor que oprime se apodera del centro de mi pecho. 
Hay muchísimas cosas que he ido pensando en estos días: la esterilización de los gatitos, la posibilidad de la beca para una especialización en España en julio (¿te imaginas cómo cambiaría mi vida si se diera la oportunidad?), ¡y lo más cerca y más tangible!... mi próxima audición por una beca para estudiar teatro la próxima semana. Creo que, desde mis cuatro intentos por ingresar a la universidad, esta será la segunda vez que lucharé por algo que realmente he anhelado por tantos años. ¿Seré capaz de lograrlo? Si sucediera, si el caso se diera, me encantaría compartirte esa alegría... que lo celebraras conmigo. Que me abrazaras fuerte, me dieras un beso largo en la frente y luego me miraras con ese orgullo que sienten las personas ante un logro del ser amado.

Oh Max, dime por qué es tan difícil acabar con esta distancia entre nosotros; que no existan barreras y pudieras pensar en mí de la misma forma dulce, tan llena de esperanza y reconfortante para el corazón en la que yo pienso en ti. ¿Quizá por que el tuyo ya se encuentra rebosante de un amor más grande?
Ahora que el miedo y el dolor amenazan con cernirse nuevamente sobre mi cabeza yo invoco tu nombre como un conjuro de protección. Te tengo siempre en mi mente, te ruego en el silencio de mis pensamientos "acompáñame, quédate conmigo". Ojalá supieras de todos estos sentimientos, de que no demasiado lejos de donde te encuentras alguien te quiere, te piensa, te espera... que anhela el milagro del momento en que nuestras existencias converjan. El día que aquello suceda todo será bendito: Bendito Dios, bendita la existencia... bendita mi vida entera. 
Escribirte me llena de un valor que no te puedes ni imaginar, cariño de mi corazón. 

Tuya una vez más, 

Rosali. 







A Max (una vez más...)



07 de Junio de 2018. 

Max,

Hoy todo se encuentra en un estado de extraña calma, como en suspensión... incluso mis temores.

Es como si quisiera estar preocupada por alguna razón pero algo me lo impide. ¿No es irónico? Debe ser que de cierta forma mi cuerpo estuvo acostumbrado, en este último mes,  a estar siempre en guardia, en un estado de angustia constante y ahora que tengo la oportunidad de estar en calma me resulta extraño.
Los días ahora son fríos y sin Sol, perfectos para caminar. Exactamente lo que estuve esperando por casi un año. Ojalá uno de estos días, cuando el trabajo me de tregua, pudiera hacerlo... llevarte conmigo. Y mientras pienso, mantener una charla imaginaria y escuchar en el eco del viento el sonido de tu voz. Ojalá pudiera verte sonreír. Todo sería mucho más fácil de lo que es ahora, yo sería más feliz.
¿Pasará algún día? Me gustaría tener el poder de cambiar las cosas o ver lo que sucederá
en el futuro. Saber si tú estarás en él... no sé si me atrevería a confesarte que te he llevado conmigo todo este tiempo, pero si tienes la intuición de sospechar, si realmente es cierto eso de si piensas demasiado en alguien ese alguien termina por escucharte entonces seguro lo adivinarías. Quien sabe y sea por eso que te encuentras lejos de mí ahora, seguro tal intensidad de sentimientos hacia tu persona venido de alguien que apenas conociste te asusta. En fin... espero poder coincidir contigo de nuevo muy pronto, en cualquier lugar. Estoy preparada para ese momento.

Te quiere siempre,


Rosali. 

A Max (2da carta)


01 de Junio de 2018
Querido mío,

Me gustaría saber cuáles son los lugares que frecuentas. A dónde vas cuando no te encuentras en casa, estudiando en la universidad o de pastoral en alguna parroquia. Cuál o cuáles son tus lugares favoritos para pasar un tiempo en soledad, para desconectar por unas horas de quien eres y dedicarte exclusivamente a pasatiempos que te hagan feliz... quizá leer un libro o escuchar música.
¿Cuál es tu santuario? ¿en qué lugar en la inmensidad de la ciudad se encuentra escondido?
Aunque muchas veces he tratado de barajar posibilidades, probar si el destino o la casualidad me bendecían con una coincidencia no ha llegado a suceder, no he conseguido dar con tu refugio. ¿Será que lo tienes? quizá no tienes ninguno y yo solo me imagino que así es. Quizá tu refugio es tu casa, tu filosofado. Y te pasas los tiempos muertos allí leyendo en tu habitación, en la biblioteca o la sala de estar; quizá te distraes de la rutina en la cocina, experimentando con la preparación algún postre. Solo esa imagen de ti, con las manos cubiertas de masa de dulce o harina me hacen sonreír.

Ahora que es invierno, que el frío y la humedad azotan inclementes en las calles, me gustaría compartir tus pasatiempos, hacerte compañía... estar contigo. Hablar de todo y de nada a la vez, escuchar el sonido de tu risa, plantearte alguna idea compleja de la que luego podamos comenzar un debate y así dejar que pase el tiempo... el invierno. Un trozo de mi vida contigo.
Oh Max, lo que no daría yo por compartir aunque sea a retazos momentos robados al tiempo de tu día a día, por convertirme al menos en un trozo minúsculo importante de tu vida. Me haces tanta falta en este invierno, en esta soledad. Esta soledad que ahora y de forma progresiva se ha ido secando de lágrimas y ha entrado en un estado de suspensión; de extraña consciencia de aceptación.
¿Es esto comenzar el proceso de curación?
¿Este es el comienzo de mi crisálida para abrir las alas en el futuro como una triunfante mariposa y por fin liberarme del dolor?

Ojalá estuvieras aquí para decirme que camino por el sendero correcto. 
Ojalá todo lo bueno este por venir.

Tuya una vez más,
Rosali.