Buscar en este blog

Evocación



Hoy escribí un poema y todo él exhalaba tu nombre.
Entre palabras se me abrieron viejas cicatrices, 
y ulcerosas, palpitantes, escaldadas;
sangrantes y espantosamente supuradas... 
son tan horrorosas como los primeros días.

He sentido en cada pulso del papel agonizante escurrirse las fuerzas de mi cuerpo,
y te he llamado a gritos hasta que la voz se me ha apagado.
Llorando a lágrima viva con los ojos secos,
te he encontrado en los torcidos caminos de mis sueños...
empantanado,
perfectamente aclimatado a la atmósfera de mis terrores primarios,
y una única pregunta ha bramado en mi pecho cerrado:

¿Por qué?

¿Por qué te asentaste en la frontera de mi incertidumbre,
en territorio enemigo?
¿Por qué delimitaste con mi sangre tus líneas 
en terreno agrietado y seco?
¿Por qué haz de condenarte sin condena
y sumergirme a mí en angustiosa miseria?
¿Por qué me has traicionado?


Porque quieres... porque puedes.
Solo yo soy culpable.

Amarte selló mi sentencia. 
Yo puse en tus manos el puñal que hoy entierras en mi pecho.
Yo sola lo hice...
Te entregué la vida y con ella la razón para estrujarme, 
exprimirme de lágrimas, angustias y dolor.
Te dí el poder de destrozarme el corazón.




¿Estoy equivocada?



Como el amor de mi vida o el sueño de mi vida, ésta ha sido siempre la pregunta de mi vida; mi interrogante y traba más ancestral, la que ha vivido conmigo desde el instante preciso en que mis ojos se abrieron a la luz del mundo por primera vez. 
¿Estoy equivocada? 
¿Mis pensamientos, mis ideas... mi concepción de la vida y el mundo, de lo que espero ser para él está tan errado que me ha llevado a lo largo de todos estos años a errar tan repetidamente, a no conseguir el sueño tantas veces buscado, la persona tan querida... la meta trazada?


Hoy, a las 06:45 de la mañana, mientras veía la garúa caer sobre las calles grises a través de la ventana del autobús de camino a un día más de oficina me llegó el quiebre. Y aquel punto de inflexión me ha hecho cuestionar por enésima vez aquella pregunta tan arraigada. 
Hoy por hoy, de una vez por todas... de forma decidida y definitiva sé que tengo que ponerme a salvo.

Pese a que nada en mi día a día pueda considerarse perfecto, nada me ha causado tanta inquietud, tantas horas de cuestionamiento e incertidumbre como mi situación familiar y sentimental; especialmente en los últimos meses con tantos cambios y certezas caídas. De qué forma mi rol como miembro de una familia monoparental ha ido cambiando con el paso de los años y como es que mientras me iba volviendo un adulto las responsabilidades sobre mis hombros fueron creciendo, muchas de ellas por voluntad propia, otras tantas por las circunstancias y el rol que mi propia familia —consciente o inconscientemente— fue poniéndome a cuestas.

¿Estoy equivocada si, pasados todos estos años ansío libertad para disponer de mi vida, para hacer un viaje por que sí, una especialización profesional si la quiero, una mudanza individual sin pensar que por elegirlo estoy siendo mala, desconsiderada y/o poco agradecida?
Supongo que no soy un caso aislado en el mundo; deben haber muchos como yo haciendo cada día el sobrehumano esfuerzo por enfrentar un día más de trabajo, de presión y responsabilidades, con la determinación secreta —y quizá no confesa de manera abierta— de darle algo más a sus seres amados... seguro que sí. Lo que no sé es si alguno de ellos, en determinado momento —como yo ahora— siente que sencillamente ya no quiere hacerlo por que esta cansado y piensa "Ya no puedo más. No más, por favor", por que ya se hartó de trabajar para otros y quiere hacerlo para sí mismo. Para sentir que tantos días, horas invertidas frente a un escritorio/ordenador/oficina consumiéndose la vida no están pasando en vano. 
Que la vida también es darnos a nosotros tanto o en igual proporción de lo que damos a los demás. 
Aunque suene mal... aunque eso nos convierta en personas horribles.   

¿Estoy equivocada si, después de tantos años de relaciones marcadas por distintas formas de abuso (teniendo en cuenta que el abuso tiene muchas más formas que sólo la violencia física) ahora, en este preciso punto, quiero otro tipo de amor —encarnado en un ser real, en un imperfecto ser humano de carne y hueso—, alguien a quien no sea tan difícil querer? ¿Que no lleve de mochila impedimentos sociales, religiosos, emocionales? 
Difícil... lo sé. 
Aquí y ahora, si bien no enamorada todavía, sé que tengo alguien en perspectiva... alguien real. Entonces, ¿estoy equivocada si anhelo menos turbulencia, una dosis más pequeña de hacerme cargo? ¿No merezco esta vez ser yo el objetivo, el fin a conseguir? 
¿Estoy equivocada si tengo el anhelo de ser conquistada? 

Aunque quizá con mucho retraso, ¿estoy equivocada si pasados 27 años por fin de despertó mi deseo individual de realización? ¿De ser algo más que un ser que sólo despierta, trabaja y vive para pagar cuentas? ¿De querer tener todo aquello y de no conseguirlo en la forma que lo he llevado hasta ahora, sentir la violenta necesidad de ponerme a salvo?

¿Estoy equivocada si mi deseo de libertad, proyecto y pasión implica sacar de la comodidad a alguien más?

Muchas preguntas todavía sin respuestas.
Puede que el abrir mis alas tenga secuelas propias y ajenas, abra heridas viejas y escueza a las nuevas... pero lo quiero intentar. Si me sobreviene la muerte mañana, no quiero encontrarme con que todo se quedó en buena intención. 
Quiero vivir y que valga cada día de mi vida... quiero ser completa y totalmente mía. 

El instante empieza a partir de hoy.