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Sí.


Me gustaría saber dónde estás.

Yo te buscaría, e intentaría encontrar en tus ojos las respuestas a cientos de preguntas pendientes desde aquella última vez, tan lejana en el presente,
del tiempo y mi memoria. 

Renacería en mi la esperanza, me diría que , que puede ser posible.

Indagaría más en tu corazón, diría que a esa cuadra de más.
Prolongaría nuestro abrazo de despedida.
Ahora , te diría que sí, que es posible hacer punto seguido de aquellos que
—tal vez por miedo o precaución— dejamos suspensivos aquella última vez.

Ve… deja tu mensaje en el viento de las seis y que sea él quien me susurre,
entre la angustia del calor y el fresco del verano, del sitio y seña donde se mueve tu corazón… dime cómo encontrarte y yo iré por ti. 

La melodía de mi corazón


Hay una melodía en mi corazón que solo yo puedo escuchar.

Una melodía dulce, que me acompaña en alegrías, 
lágrimas, dolor y soledad.
Que le hace compás al ruido seco de mi caminar ansioso 
por las calles que siguen siendo mi tormento y mi paz.

Canta, canta.

Me canta al oído mientras mi pluma, inspirada, 
vuela sobre el papel.
Vacía con palabras la tempestad de mi alma enjaulada.
Acompasa mis latidos con el aleteo de la mariposa 
que habita en las profundidades de mi corazón.

Aún no ha sido escuchada por nadie más.
Aún no ha sido cantada por nadie más.
Solo me arrulla a mí.
Solo me calma a mí.

Canta, melodía, canta.
Canta para mí.

1095 días


El tiempo sigue su carrera eterna, 
pero no ha conseguido borrarte de mi corazón.
Ya casi son tres años... tres. 
Y tú sigues aquí —en el centro de mi pecho—  tan vivo como la primera vez.

Tu recuerdo ha quedado inexorablemente ligado en mi mente a tu filosofado; 
y aunque el paso del tiempo, el ciclo de la vida en tu camino, 
te haya llevado a otro lugar, yo sigo sintiéndome cerca de ti 
cada vez que regreso a las calles aledañas a la que un día fue tu casa.

Y vuelvo, siempre vuelvo… mi tranquilidad reposa junto a tu recuerdo. 
Eres el lugar donde experimento verdadera paz.

No sé si algún día vuelva a verte; por el tiempo pasado casi puedo pensar que no. 
Pero aquella certeza no termina de asentarse en mi corazón, 
y mi pluma sigue invocándote, sigue buscando en tu recuerdo su fuente de inspiración, la belleza de la vida… 
¡Oh Max! quiera el cielo que pueda verte una vez más. 

No ha pasado un día de estos 1095 que no hayas estado junto a mí.