El tiempo sigue su carrera eterna,
pero no ha conseguido borrarte de mi corazón.
Ya casi son tres años... tres.
Y tú sigues aquí —en el centro de mi pecho— tan vivo como la primera vez.
Tu recuerdo ha quedado inexorablemente ligado en mi mente a tu filosofado;
y aunque el paso del tiempo, el ciclo de la vida en tu camino,
te haya llevado a otro lugar, yo sigo sintiéndome cerca de ti
cada vez que regreso a las calles aledañas a la que un día fue tu casa.
Y vuelvo, siempre vuelvo… mi tranquilidad reposa junto a tu recuerdo.
Eres el lugar donde experimento verdadera paz.
No sé si algún día vuelva a verte; por el tiempo pasado casi puedo pensar que no.
Pero aquella certeza no termina de asentarse en mi corazón,
y mi pluma sigue invocándote, sigue buscando en tu recuerdo su fuente de inspiración, la belleza de la vida…
¡Oh Max! quiera el cielo que pueda verte una vez más.
No ha pasado un día de estos 1095 que no hayas estado junto a mí.
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