Yo, contigo. Tú, en mis pensamientos.
Una vez más me doy cuenta de que no me queda más que tu recuerdo, tu presencia invisible confortándome en los momentos en que la desilusión me golpea fuerte, cuando la realidad me hace tristemente consciente de que no me tengo más que a mí misma. Solo yo de cara al mundo…
En vano me engaño, querido Max, no cuento con nadie más que
conmigo misma para los instantes decisivos. Para los momentos en que responsabilidades,
soledades y realidades se asientan con fuerza sobre mis hombros, clavándome los
pies sobre la tierra, contracturando mi espalda ya contracturada; tensando mis
músculos hasta oírme rabiar, mi sangre hasta que, a gritos, empuja dolorosa contra
mis globos oculares dejándome exhausta, al borde de las lágrimas.
¡Pero qué cruel me parece a veces! Qué injusto me sabe mi propio destino…Yo sola debería de bastarme, yo sola… pero no quiero tener que enfrentarme al mundo si no te llevo conmigo, si no tomas mi mano entre las tuyas y me guía tu espíritu por el sendero que caminan mis pies; si no alumbras con tu luz mis pasos sumidos en oscuridad.
Yo sola debería bastarme pero, por momentos, tantos sentimientos no me caben en el cuerpo y me rebalso… me vuelo en mil pedazos. Me siento tan ida, tan impersonal, tan nada. Pierdo la brújula y no sé cómo volverme a encontrar. Pero ahí estas tú, y yo vuelvo a ti una y otra vez.
Y hoy, más que nunca, vuelvo a preguntarme qué será de ti, hoy que siento el peso de la responsabilidad, la certeza de mi soledad. Que siento el vacío de tantas presencias en mi vida.
Yo sola debería bastarme, pero no me basto... y entonces, como cada vez que experimento el desamparo de la realidad, regreso a ti.
Me haces falta en este día de diciembre, me haces falta siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario