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Sinastría



Querido Elvis,

Esta tarde todo ha conspirado para que te escriba. Absolutamente todo: el clima, los recuerdos… ¡incluso la música! ¿Recuerdas aquella que, alguna vez te dije sería nuestra canción? ¡Sonó en la radio justo en el instante en que me debatía en escribirte! Y aquí estoy, escribiéndote. No sé si a tu yo del presente o a tu recuerdo… aquel dulce recuerdo que yo atesoro entre mis posesiones más preciadas.

Hago esto para matar el deseo creciente que desde hace unos meses me ha poseído, haciendo que me pregunte si no debería volver a buscarte, encontrarte y recuperar algo de lo que significamos el uno para el otro. Si aún puedes ser el ingrediente que me falta para darle un sabor nuevo, alguno que despierte mi hambre desenfrenada por vivir. Probablemente no lo seas… lo más seguro es que no. Éstas son solo ansias por recuperar aunque sea algo de todo lo que en algún instante consideré como una certeza, un hogar, un lugar seguro al cual regresar cuando todo se disolvía a mi alrededor… cuando todo era tan inestable, efímero. Durante mis años de juventud tuve muchas incertidumbres, pero tú siempre fuiste mi constante. Mis sentimientos por ti siempre fueron mi brújula, mi certeza.

Mi ilusión de la adolescencia, mi pasión de escritora y también de mujer. Fuiste siempre una fuente de inspiración infinita; la razón real detrás de mis primeras letras, y lo más excitante era que yo era lo mismo para ti. Tu amabas y admirabas lo que yo era... lo que sigo siendo. Fuiste un amor único, de esa clase tan rara y excepcional; uno de esos que desearía para todos en un gesto de magnanimidad.... ojalá todos en algún instante pudieran haber vivido un sentimiento como el que tú inspiraste en mí, haber tenido un alguien que hiciera el papel del amor de su vida. A veces me pregunto que hubiera sido de nuestras vidas si el destino hubiera sido menos caprichoso y más complaciente, dejando que nuestros caminos se cruzaran en momentos decisivos. 
¿Qué hubiera sido de nosotros?

He de confesarte que, cuando pasé por aquel horrible engaño hace más de un año y mi últimamente estrepitoso fracaso en el terreno del amor, con el transcurrir de los días, cuando se fue el dolor, la decepción y llegó el período de calma, me llegué a preguntar en más de una ocasión si mi vida no habría sido distinta de haber sido tú la materialización física de mi amor ideal. ¿Cómo habríamos sido? Quizá, solo quizá, fuera yo la mamá de tus hijos, quizá te habría convencido de que viajar por el mundo era mucho más excitante que una vida de familia convencional, con una casa en un barrio promedio, llena de hijos; quizá habría logrado sacarte de esa detestable procastinación en la que te vi la última vez, esa rutina en la que la vida te envolvió hasta convertirte en ese ser soso y conforme, apagando irreversiblemente ese fuego que yo amé en ti a los 15,16, 17, 18, 19, 20… ¿Habrías sido otro estando conmigo? Puede que yo hubiese hecho de ti un hombre mejor, un héroe a mi medida. Te habría contagiado mi ambición, mi hambre por el mundo y la gloria… mi sed de eternidad.

Una vez fuimos sol y luna, dos soledades que se buscaban entre los laberintos del tiempo aun sabiendo que estaban destinadas a no ser nunca. Hoy sigo siendo luna… y sospecho que en alguna grieta recóndita aún existe en ti ese sol invencible. Ojala la vida no fuera como es y pudieras recuperar para mí esa luz, tu calor… ese fuego que consumía todo de mí.

Hace unos días hubo un eclipse, un encuentro fortuito entre la luna y el sol, y como ahora veo señales en todo lo que sucede, espero que ese excepcional acontecimiento te traiga de nuevo a mí; que sea la premonición de que estás cerca… muy cerca, y que pronto sucederá la bifurcación de nuestros mundos. Nuestros caminos juntos una vez más.

Prometo ser más paciente esta vez.









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