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11:11




¡Hola, querido!

Cuéntame:
¿Cómo vives tu vida ahora que tu incondicional no se encuentra cerca para hacerte compañía, para prestarte sus oídos —sus cinco sentidos— cuando el resumen del día sale de tus labios agobiados?

¿Qué se siente saber que —aunque a fuerza— ella consiguió seguir su camino aunque tus pasos no se acompasaran más al ruido seco de sus pequeños zapatos de tacón?

¿Te golpea intempestiva la nostalgia? ¿Me añoras tanto como yo te añoro cuando, con la muerte del día, muere también tu careta y pesa la soledad?

¡Lo ignoro! Y aunque antes me habría gustado entrar en tu cabeza, penetrar en tus pensamientos y verme a través de tus ojos, ahora no estoy segura de querer hacerlo, Aunque mi deseo de ti sigue siendo más grande que todo razonamiento lógico en mi, sé que estoy mejor sin ti. Sin quererte… sin tu proximidad.

¡El cronómetro ha empezado ya la cuenta regresiva!

Y yo encuentro propicio este momento para confesarte que todavía eres eso en lo que pienso cuando el reloj marca las 11:11 y mi subconsciente susurra “pide un deseo...”.

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