En las
calles, en algún parque, frente al mar; en el transporte público. A cortas o grandes distancias… veo tanta gente ensimismada
y pienso… ¿en que momento nos hemos
deshumanizado?
En que momento dejamos de admirar la belleza de afuera, el valor
de una conversación frente a frente, con una taza de café… en un lugar
tranquilo.
¿En qué
momento reemplazamos lo asombroso del mundo exterior para meternos en el pequeño
universo de la pantalla de un celular?
Me pregunto
cómo sería si nuestros antepasados pudieran visitar nuestra era… si vieran
nuestra forma de vida... ¿Sería éste un mundo en el que les gustaría vivir? No sé
tú, pero yo sin dudarlo me daría media vuelta, y regresaría por donde vine.
Quizá suene
extraño, pero éste mundo de “nativos digitales” no me gusta. De gente que vive
sus días en torno a una máquina, un celular… del que dirán o no dirán por las
redes sociales… es un mundo que definitivamente me gustaría reemplazar.
Haciéndole
justicia diré que no todo es malo. Sin embargo creo que tanta tecnología termina por escapársenos de
las manos… ¡Hay vida más allá de tu celular! Con la Internet y todas sus redes
no se termina todo. Hay mucho por ver, por caminar… por hablar, personas allá
afuera por conocer.
Los
celulares nos simplifican la vida, podemos tener mucha información que no
imaginamos antes al alcance de la mano… y en el extremo más sencillo hasta te
sirve para leer. Pero se puede vivir sin todo eso también… quizá costaría un
poco, pero… no sería muy descabellado.
Para mi
funcionaría.
¿Para ti?
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