Siento de nuevo el
repiqueteo agitado de mi corazón desenfrenado –una vez
más- producto de la vieja angustia ya conocida.
Por ese anhelo cada
vez creciente, siempre desesperado,
Por un pasado que mis
ojos ávidos van contemplando en fotografías.
Queriendo imprimar en
mi memoria extenuada, a retazos, al menos recuerdos artificiales.
Y se siente tan
cierto, casi palpable en tiempo y espacio,
aunque el mundo a mi
alrededor me despierte bruscamente de ese ensueño.
He de admitirlo:
Mi corazón sufre la
ausencia de un pasado que no vivió, y que moriría mil veces por vivir.
Que se alimenta
falsamente de alucinaciones, imágenes en movimiento… y melodías.
Yo… yo solo quisiera
vivir en el mundo de las fotografías que me muestras.
Tú… que sabes de la
dulce agonía que puedes provocarme; ven…. Ven conmigo, déjame llevarte.
Yo quisiera
arrastrarte a ese pasado distante…
Ése que solo tú y yo amamos con ese desenfreno
que nadie más puede entender.
Yo quisiera llevarte
conmigo 100 años atrás.
200, 300, 400… a Lima
o a Pompeya -no tiene que ser lógico para ser real-,
Andalucía o Cartagena, a La Alhambra o El Escorial.
Yo quisiera llevarte
conmigo, compartir contigo mi mundo perdido.
Yo quisiera llevarte
conmigo, suave…
dejándonos atrapar por la melodía de un vals,
En un brillante salón lleno
de luces, y espejos y música y gente
…y trajes relucientes reproduciéndose
en el cristal.
Yo quisiera llevarte
conmigo y no regresarte jamás.
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