Amor

Querido Max,

Creo que he encontrado la forma de regresarte a la vida; de inmortalizarte en el que, estoy segura, será mi bestseller... ¡Voy a regresar a mi creación primigenia, a mi mariposa... a mis libros! Regresa a Matt, el genio de mi inspiración primera, me ayudará a traerte de regreso a ti y a tus recuerdos, y es que no en vano han pasado ocho años desde que nos conocimos; cinco, tal vez, desde la última vez que coincidimos en algún lugar. Más difícil por estos tiempos en que vas a una zona horaria tan distinta de la mía, tan lejos...

¿Eres feliz? Estoy segura que sí. Pero ojala que el otro lado del mundo no estuviera a tanta distancia, y con solo desearlo mis letras pudieran alcanzarte, el viento llevar a tus oídos el susurro de amor que palpita en mi corazón... ¿Era amor? Hace mucho que no me detengo a pensar en ello. Sin embargo, pese a no encajar en la definición que de él nos han enseñado, por tí hay amor latiendo en mi interior. 

Ayer fuiste el amor de mi alma, hoy eres el amor de mis letras. El amor que provoca una languidez dolorosa y placentera, el adormecimiento de mi mano diestra, de mis dedos que no quieren detenerse pese a que mi mente no tenga más que dictar; solo quieren seguir hablándole de tí al papel, plasmarte a fuerza de cursivas en tinta azul. 

Mi Max querido, si mi mente se apagara mañana, si mi cerebro se detiene y mi corazón se rinde a la seducción del descanso eterno, quiero que sientas que estos garabatos en tinta son sólo para ti. La prueba imperecedera de que aún a pesar de los años y los golpes, mi existencia se aferró a tu recuerdo como a su tabla de salvación, a la huella preciosa que tu paso, tan breve como un suspiro, dejó en el libro de mi vida. En cambio, si la vida me permitiera el regalo de más tiempo, tomada con firmeza de la mano de Matt, me aseguraré de traer tu recuerdo de regreso y, transfigurado en inspiración, te haré inmortal con el conjuro de mis letras.

Es una promesa. 

Te llevo más profundo de lo que imaginas. 

Tuya siempre,

Rosali.