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«Tabula rasa»



Querido Max, 

De pronto la inspiración me llega en tropel y no sé qué hacer con ella. 

Ahora te siento tan lejano a mí, pero aun con la distancia que separa nuestros cuerpos, nuestras vidas, no ha pasado un día sin que mi cerebro, de forma inconsciente, no te haya evocado en las canciones en la radio al final de la tarde de un día de oficina, o en las excepcionales puestas de Sol que tiñen de cuando en cuando las nubes con su fuego en los días de verano. 

Ya no hay cafés donde refugiarme y evocarte, tampoco libertad para pensarte mientras camino por nuestras calles pero, aun así, mi alma enjaulada, como un pájaro en cautiverio, te recuerda en cada uno de sus aleteos deseosos de libertad. 

¿Cómo te están tratando los primeros meses del año? ¿Eres feliz, a pesar de la adversidad? 

Yo, por mi parte, me siento por momentos como un ser completamente enfermo, con cuerpo y alma agotados. Parece que fuera a ser más sencillo, pero no… entonces solo quiero tenderme y sentir contra mi espalda la dureza del suelo, dejar que la oscuridad que se forma tras mis párpados me engulla y extinga mi existencia para siempre. 

Tengo tanto cansancio acumulado… necesito la muerte, o mil años de sueño, o un nuevo corazón… una nueva vida. Una oportunidad de tabula rasa, sin recuerdos que duelan, sin responsabilidades, sin cargos de consciencia. Ya sé que es imposible, pero el papel y la pluma lo aguantan todo, ¿verdad? 

¿Qué sería de mí si es que pudiera contar con tu calma, con tus suaves consejos?, seguramente el vivir se sentiría más ligero, más tranquilo; estaría mucho mejor. 

Ven a mí y dale con tu presencia un soplo de esperanza a mi existencia. Tiempla con tu tibieza la rigidez de mi alma gélida… ven, y no te vayas nunca. 

Ya pasaron cuatro años contigo, pero sin ti… 


Vamos por el 2021 entonces, aunque mal nos pague. 


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