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In- Influencer


¿Soy muy diferente a lo que, digamos, una chica del siglo XXI en la era de las redes sociales, debería de ser?

Desde siempre he deseado ser delgada. Verme bonita. Tomarme una fotografía y pensar al mirarla: “¡Qué churra es esta muchacha, caray!”. Poder usar la ropa que quiera y que me quede bien y que la gente me admire. Que vean en mí, de algún modo, un prototipo a seguir. Sin embargo, no aspiro a convertirme en una especie de influencer. Mostrar mi “perfecta vida” en redes sociales y que todo se reduzca a mi aspecto de fuera, lo superficial, a pesar de todo lo que acabo de decir. 

Me aburre maquillarme (me parece poco práctico e innecesario), y casi siempre me da flojera arreglarme minuciosamente para salir de casa y tener siempre un aspecto sexy y perfecto. No es el tipo de efecto que quiero causar aunque, debo admitir, que no me molestaría serlo de vez en cuando. 

No sigo a gente de moda o chicas influencers de estilo de vida en redes sociales; no intento imitarlas ni vivo soñando con tener una vida así. Y aunque no puedo evitar sentir un toque de envidia por lo fácil que les resulta hacerse conocidas, muchas de ellas cortesía de sus apellidos o posición económica acomodada, no me gustaría convertirme en alguien así. No lo deseo y, por consiguiente, procuro mantener a raya de mi vida a la gente que vive “infectada” con ese estándar de belleza y superficialidad, al punto que lleguen a despreciar y/o minimizar a todo lo que sea diferente o contrario a esa concepción. 

Yo quiero ser reconocida y admirada por otras razones… por mis libros, por ejemplo. Por mis escritos e ideas; por el impacto no superficial que pudiera generar en la vida de los demás. 
Sin embargo, en el mundo en el que vivimos no sé si algo así sea posible. Viendo la cultura tan superficial impuesta por los medios, publicidad y gigantes empresariales; los influencers e incluso espacios que deberían impulsar el conocimiento responsable, como por ejemplo una conocida librería,  haciéndole publicidad al libro autobiográfico de Deyvis Orosco (¡¿WTF?!), presentado, para variar, en la Feria internacional del libro; me invade una profunda sensación de impotencia y desesperanza. 

¿Qué posibilidades tiene alguien como yo de hacerse un nombre en el mundo? 
¿Qué probabilidades tengo de destacar, por ejemplo, por mis libros, dentro de la jungla dominada por los gigantes que se mueven por influencias, dinero y publicidad?

Pese a la consciencia que tengo de esto, intento no autosabotearme con mi desánimo y repetirme, como un mantra, que siempre que lo intente puedo hacerlo posible. Y renuevo las fuerzas cada día. Insisto. Aunque por momentos mi innata debilidad humana me arrastre a la desesperanza. 
Ahora, más que nunca, que me encuentro a puertas de concretar un segundo sueño (un segundo libro) me empeño en conservarme entera. Mantener viva la esperanza, no desfallecer. Como siempre, mientras se tenga aliento y vida, podemos seguir intentando. 

Trato. Siempre trato. 
Y tú… ¿tratas?

Ya veremos qué nos trae la vida. 





       *Y sí. Esta de las fotos soy yo. =) 


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