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Yo merezco...





Merezco algo más que las pesadillas nocturnas y la angustia por la incertidumbre del mañana.  
Más que esquelas de trabajo y compañía vacía, sonrisas formales y conversación trivial. 

Menos artificios, más cordialidad.


Merezco en retribución la misma cantidad de amor que doy. 
La misma cuota de tolerancia y compresión, respeto y tranquilidad; 
ni más ni menos. 

Merezco ser reconfortada en mi dolor cuando las sombras del miedo me oscurecen el alma. 
Más que soledad en el instante en que se presentan —amenazantes— los demonios en mi puerta, 
con miras a despedazarme la carne y la seguridad. 


Merezco ser amada sin medida —como lo eran en el pasado las damas de los caballeros—.  
Con pasión, coraje y orgullo. Más aun cuando menos lo merezca. 
Merezco un amor valiente y completo; 
de los que ocupan el cuerpo, la mente y el corazón. 


Merezco encontrar el equilibrio aunque el mundo esté lleno de imperfección. 
Actuar en concordancia con lo que siento y me dará tranquilidad; 
independientemente de lo que usted o el mundo piense o crea acerca de mí. 

Hacer lo que amo, vivir de lo que amo. 
No permitirle al deber tomar posesión de mi deseo.  
Merezco ocupar mi lugar en el mundo. 

Valorarme y ser valorada por aquel que tenga el coraje de hurgarme el corazón. 
Recoger los frutos de mi esfuerzo —regados a sangre y lágrimas a lo largo de los años—. 
  
Merezco ser feliz. 

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